domingo, 18 de julio de 2010

Alpes Domingueros - Con la miel en los labios


Aprovechando que este año teníamos 3 semanas seguidas de vacaciones, en lugar de las habituales 2, pensamos en dar un pirulo por las zonas más alejadas de La France, y llegar hasta Alsacia, que nos habían recomendado.
La idea era aprovechar y pasar 3 días en París, pero entonces, para mí sorpresa:


-- Oye, ¿y por qué en vez de subir hasta París no vamos hacia Chamonix y así lo conocemos?


¿Ein? ¿He oído Chamonix? ¡Pues pallá que vamos!


Nada más llegar a Annecy,primera parada del viaje, ya se da uno cuenta de que allí es todo a lo grande. ¡Peazo lago que hay allí tu!
Lástima que al ser una estupenda tarde de domingo de Julio, esté abarrotado de gente y nos resulte imposible alquilar una pequeña barca a pedales para darnos un paseo. A los peques les hubiera gustado. Esta es la vista hacia la ciudad, donde las aguas del lago inundan bonitos canales.






Tiramos para Chamonix y...¡alucina vecina con la estampa de los glaciares! No me extraña que sea la cuna del alpinismo. La mirada siempre termina fija en el mismo sitio al pasear por sus calles:





No me canso de admirar tan hermosa visión cada vez que paseamos por las calles de Chamonix, que se muestra más bella aún con las últimas luces del día.






Mer de Glace
Al día siguiente, nuestra primera excursión tiene por objetivo el Mer de Glace. Hay que aprovechar el tiempo tan increíble del que estamos disfrutando. Para mi sorpresa, apenas hay gente en la estación de Montenvers ...Daba por hecho que nos iba a tocar aguantar una buena cola, pero no es así.



El Tren deja a pie de una terraza con un par de chiringuitos desde donde se puede apreciar una panorámica del glaciar de la Mer de Glace.



Joder!! Nada más verlo se me van los pies. Tengo que hacer un gran esfuerzo y concienciarme de que vengo en plan tranki con la family. Hay excursiones que lo bordean, que podrían aliviar la envidia que me producen aquellos que se internan en el glaciar. Pero me tengo que conformar con la bajada a la cueva de hielo, como hacen el resto de turistas. Impresiona ir leyendo los carteles que muestran los anteriores niveles del glaciar. El mismísimo cartel de 1990 ,hace sólo 20 años, sitúa el nivel del glaciar metros y metros más arriba de su nivel actual. Increíble. Da qué pensar sobre la fragilidad de nuestro mundo y la parte de culpa que nosotros tenemos en su degradación.


Nos tomamos un picnic admirando el balcón Sur, que visitaremos al día siguiente, y lo que creo que es el Grand Dru. Cuesta creer que valientes como Gaston Rebuffat escalaran por ahí muchos años antes de que se inventaran los pies de gato, atabiados con sus cletas , pantalones bávaros y camisas de franela. 
En el viaje de vuelta sí que tendremos que pelear un poco más por hacernos con un asiento en el tren.


Lac Blanc (Flegere)

La excursión estrella para todos aquellos que, como nosotros, visitan Chamonix en plan superdominguero, es la subida a la Aguille du Midi. Pero me temo que los oídos operados de uno de los peques se podrían ver afectados por una diferencia de presión tan repentina  (se sube a más de 3800m en Teleférico desde Chamonix), y la descarto apenas veo las primeras web informativas semanas antes en Madrid. En su lugar, he pensado en dar un paseo hasta el Lac Blanc, a través de lo que se llama el balcón sur. Pero mira por donde , también parece que puede ser peligroso si vas con niños,según nos comentan en la Maison de la Montaña esa, así que finalmente cogemos el Teleférico en Flegere, y no subimos en el telesilla hasta el pico Index para hacer la bajada al Lac Blanc. El plan es simplemente dar un paseo y tomarnos un picnic (suspiro). Pero el paseo termina incluso mucho antes de lo que yo había pensado: pronto los niños se amotinan, y me dicen que si quiero andar, me vaya yo sólo. Estos no piensan más que en dar fin a las chuches que llevamos en la mochila. La jefa me anima a que me de un paseo, que comprende que estoy con la miel en los labios, y echo a andar no sé muy bien a dónde.Entonces veo un cartelito que pone Lac Blanc, y al ver los tiempos, veo que si acelero un poco el paso, no me entretendré demasiado.¡Fenomenal!
A los pocos metros tengo como obsequio vistas a otros glaciares paralelos al Mer de Glace, cada uno en un valle. Uno de ellos, no sabría decir cuál, creo que es el glaciar Le Tour.




Me da mucha pena que se estén perdiendo esas vistas tan chulas y pienso en regresar para convencerles, pero como no creo que lo consiga, tiro palante.
 



Pronto se llega a los dos primeros laguitos para ir abriendo boca, creo que son los lagos de Cheserys.




Continúo con mi paso ligero, y obtengo una de las mejores instantáneas de todos mis paseos por la montaña al pie de otro laguito. Es realmente espectacular.




Joder que rabia que la Churri y los niños no estén aquí para compartir con ellos esta visión... El camino está bien preparado para que lo pueda afrontar todo el mundo, con peldaños de madera entre las rocas, un llamativo estribo , y estas escaleras por las que , de haber venido con los niños, dudaría si subir.




Como se puede apreciar, es realmente una excursión concurrida. Para mí el premio son las vistas durante el camino incluso mucho más que el lago en sí, sin desmerecerlo en absoluto, que también  tiene un gran encanto.




Al final he podido ver el Lac Blanc y estoy muy contento por ello. Me quito de alguna manera la espinita del día anterior por no haber hecho ninguna excursión alrededor del Mer de Glace. La bajada la hago aún más apurado que la subida y finalmente logro arañar algunos minutos a los indicadores, aunque menos de lo que esperaba, unos 25 minutos. Al final he dejado a la Churri y los niños muchos más tiempo del deseable, 1 hora y media o así. 

 
Panorámica del Aletsch

Las tres excursiones "estrella" entre los turistas que van a Chamonix son: Mer de Glace, Aiguille du Midi , y Le Nid d'Aigle. La primera la tenemos, la segunda no es viable por la operación de oídos de uno de los chavales, y la tercera, aunque debe ser bonita, decidimos cambiarla por un viaje relámpago a la vecina Suiza para ver el Aletsch, el glaciar más grande los Alpes.
¡Si señor, con 2 cojones! Alpes es carísimo para españolitos de a pie como nosotros (estoy hablando de ir en plan familiar, no en plan mochilero-penurias), pero quedarnos más tiempo en Chamonix no nos iba a salir tampoco regalao...Así que nos líamos la manta a la cabeza, y tiramos pallá.


No sé si el Tom-Tom se vuelve gilipichis o qué, pero se suponía que teníamos que montar el coche en un tren para llevarnos hasta Bettmeralp, y terminamos en una carretera sin salida, dando la vuelta en un camino de arena, echando la gota gorda porque había ostia pabajo. Por miedo a perdernos aún más, decidimos tirar hacia Riederalp, que lo vemos más claro, lo que supone ver el glaciar bastante más atrás, ya lo que es practicamente el final de éste.
 
Riederalp es un pueblo situado a unos 1900m aproximadamente, totalmente orientado al turismo y el relax. 


La mayoría de las casas son chalets suizos en madera con marcadas vertientes en los tejados. Esa arquitectura a nosotros nos resulta muy llamativa, pero lo realmente curioso para mí fue ver que todos los coches eran eléctricos. Como los que se usan en los campos de golf, pero en distintas modalidades: taxis, minibuses, camioncetes  …


Aquí unos cuantos carteles informativos de rutas para que lo tengas claro:


Nosotros a lo nuestro, a coger otro teleférico que nos dejará ya a pie de glaciar como quien dice...y a maravillarse.

La vista es impresionante. Sencillamente, lo más espectacular que he visto nunca en entorno de montaña. Que me perdonen mis queridos Pirineos, pero esto es increíble. Además el cielo se cubre de nubes y el juego de luces y sombras es espectacular. No hace frío y a pesar de que hay mucho turismo, no está masificado. Quizá el que esté en un sitio tan caro y riguroso como Suiza ayude a su conservación, claro. En otro lugar más accesible y con una legislación más laxa, otro gallo cantaría. 





Como hiciera el día del Lac Blanc, aprovecho mientras Ana y los niños almuerzan para dar un pequeño paseo. Desde nuestra posición se ve la terraza panorámica de Bettmeralp, y tengo intención de alcanzarla para subir a un alto cercano y poder ver más allá de la curva que nos impide ver el nacimiento del glaciar. Intento ir todo lo deprisa que puedo, pero todo el camino es en ascenso y para cuando me aproximo me queda una fuerte pendiente. No quiero dejar a Ana y los chicos demasiado tiempo solos y soy consciente de que las distancias con desnivel son tremendamente engañosas. Así que intento asomarme a esa curva lo más que pueda hasta que mi reloj llegue a completar 1 hora desde que empecé a caminar, sin demasiado éxito. Podría echarle otros 15-20 minutos para hacerme con la estampa deseada...pero no quiero abusar de la paciencia de Ana y los peques.




Sólo cinco minutos más para maravillarme contemplando aquel grandioso espectáculo de la naturaleza, que de ninguna manera se puede reflejar en una foto sin respirar y sentir aquel aire fresco, y vuelta a por la family. 

Como ya hiciera con el Mont Blanc, me prometo a mí mismo volver en plan  mochilero tan pronto como me sea posible.

Han sido pocos días y me voy con la sensación de haber tenido la miel en los labios, pero lo poco que hemos visto ha sido espectacular y he podido compartirlo con mi familia. Así que aunque el ego montañero se lamente...¡debo estar muy contento!

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