sábado, 5 de septiembre de 2015

Ferrata de Cameleño y El Milar

Hacía tiempo que tenía ganas de hacer la ferrata de Camaleño, con su característico puente tibetano.
Cuando hice la de La Hermida, aún no tenía aún puente, y esta parecía mucho más emocionante.
Aprovecharía una escapada rápida a Asturias, pasadas ya las vacaciones, para traer a la suegra de vuelta a Madrid, y de paso tachar esta ferrata del DEBE.

Para ver la Ferrata de la Hermida, con bastantes fotos y alguna reflexión sobre la siempre polémica apertura de este tipo de trazados, pinchar aquí: http://trepallina.blogspot.com.es/2011/08/ferrata-de-la-hermida.html

Para más info sobre ésta u otra ferrata cualquiera, me gusta consultar este enlace:
http://deandar.com/ferratas/


Ferrata de Camaleño
Para llegar a la ferrata, no detenerse al ver el Cartel de "Camaleño", sino seguir hasta que veamos "Los llanos". De todos modos, veremos una caseta de madera a mano derecha,con un pequeño parking,  y si no es demasiado pronto, tendrá algunos estandartes a pie de carretera anunciándola.

Hay carteles informativos hasta llegar al primer largo. La pared se identifica muy bien por el techo bajo el que se haya el puente tibetano, incluso desde la carretera. Nótese el efecto que ha tenido el techo sobre la roca, que al protegerla del sol, no se ha puesto morena como el resto ;-)



El primer largo desploma un poquito. Te pilla frío, y los brazos lo notan. Pero bueno, ésto no es escalar: está cosido a grapas, así que sin problemas.



Vista del primer largo desde arriba:



Este primer largo ha transcurrido por una pared separada de la principal, como si se tratase de un anexo.
Ahora ,literalmente, se camina hasta el inicio del segundo largo, siguiendo las indicaciones de otro cartel.


El primer largo me ha subido las pulsaciones, ya que voy un poquito deprisa para alcanzar al trío que llevo delante, y así cruzar el puente juntos, que soliplás siempre da más repelús. Afortunadamente, como me comentó el chico de la caseta, el segundo largo es más fácil que el primero, y terminaré por alcanzar al trío.

Inicio del segundo largo:


"Persiguiendo" al trío :





Empieza a cruzar el puente el primero de ellos:










La verdad es que te haces un poquito de caca cuando ves cruzar el puente desde abajo y te vas acercando, pero en cuanto te aseguras arriba y pones el pie en el cable, desaparecen los nervios. Se equilibra muy bien con las manos (más bien con los antebrazos), y vas tan seguro que resulta menos impresionante de lo que habías imaginado. Una auténtica gozada.








Mientras charlaba con el chico de la caseta de información, llegó al parking un señor alemán que peinaba muchas canas al que le ofrecí subir juntos, pero él declinó la oferta alegando que era demasiado mayor. Desde la salida del puente tibetano, le veo avanzar con su llamativo casco de color rojo.



Vista de la caseta informativa, el parking, y Los Llanos:


Vistazo hacia el otro lado:


La salida está un poco descompuesta, pero sin problemas.Simplemente un poco de cuidado por si tiramos alguna piedra.




La ferrata acaba en este mirador-merendero, donde charlo con los tres compañeros que amablemente me han esperado para cruzar el puente:


El recorrido se hace muy rápido y deja con ganas de más, así que mi idea es ir hasta la vecina ferrata de El Milar para aprovechar un poco más la mañana. Mientras charlamos, llega el señor alemán, que no ha subido cruzando por el puente, sino por el recorrido alternativo. La bajada la haremos él y yo juntos, maldiciendo cada uno en su lengua, porque está bastante pina y resbaladiza con tanta humedad. No quitarse los trastos, porque necesitaremos asegurarnos al cable de vida en alguna travesia sobre mala roca.




Mira que mi Petzl es antiguo, pero el casco de este señor, en plan hormiga atómica, es ya la repera, ¡eh!


Chapurreando mi pésimo inglés, descubro, como me imaginaba, que este señor ha mamao mucha montaña, en Alpes y otros lugares...y que tiene, ni más ni menos, que ¡74 años! ¡Olé olé y olé, sí señor! 
Ahí le tienes, recorriendo Picos de Europa y otros lugares de nuestra geografía con su furgoneta, y con ganas aún de hacer cosas. Quizá sí se puedan justificar las ferratas para que gente en esa situación pueda seguir disfrutando de la montaña, no sé ...

Me ofrezco para acompañarle a cruzar el puente, para que pueda disfrutar de lo que es el corazón de esta vía, pero no quiere entretener más a su esposa. Así que nos despedimos en el parking, no sin antes recomendarles algunos sitios para visitar, y desearles a ambos una "Long and happy life"

Ferrata de El Milar

Aprovecho que voy muy bien de tiempo para hacer otra de esas cosillas que tenía ganas y nunca hago: visitar la Iglesia de Santa María de Lebeña . Esta iglesia llama mi atención siempre que paso por allí, y viendo la foto se entiende por qué: una hermosa construcción en medio de un precioso paraje.


Para llegar a la ferrata de El Milar, cruzar el puente que hay justo detrás de la caseta de información, donde también hay un sitio para dejar el coche.
A la altura de las primeras casas, hay un desvío a mano izquierda que baja hacia el río. Ojo porque si hay algún coche aparcado no se ve, como me paso a mí. 
No hay más que seguir ese caminito con una especie de mallizo de plástico verde hasta el final.
En verano la referencia es una bandera que ondea en lo alto, pero está cogida con unas pequeñas cuñas de madera, y no sé yo cuánto aguantará allí...


Había leído en Internés que, para regresar de esta vía ferrata, había que cruzar una tirolina para salvar el río. Yo no tengo polea, pero como se puede apreciar en la imagen, el cauce del río está que da pena, así que empiezo a darle cruzando el mini-puente cable-cadena hasta alcanzar las primeras grapas:



Según me encaramo a las primeras grapas, oigo voces que se acercan. ¡Anda, si son los compis que he conocido esta mañana! ¡Qué bien, al final se han animado a venir!


Aunque pequeña, esta ferrata tiene una travesía muy disfrutona sobre el río, que merece la pena. Bueno, sólo si se va a combinar con otra actividad, claro. Por sí sola, no creo que compense el viaje hasta allí.



La salida no tiene grapas en algún punto para obligar a buscar presas con las manos, que hay muchas y muy buenas. Mejor, porque así tiene más gracia.



Idem para la crestita, que yo alargué hasta el final por estar muy cerca del suelo, pero que se puede evitar. Ojo que algún bloque se mueve.



Bajamos por camino hasta el río, y como ninguno tenemos polea para la tirolina, nos quitamos botas, calcetines y pantalones para cruzarlo. 


Yo llevo las botas al cuello, con sus cordones entrelazados, pero el compi de la imagen lleva las zapas en la mano, y en un descuido ¡zas! ¡La zapa se aleja flotando río abajo! Nos quedamos con cara de sorpresa esperando que se detenga en unas rocas, pero la muy cabrona sigue flota que te flota.
Su dueño no se lo piensa dos veces, y sale nadando detrás de ella ¡que ni Johnny Weissmüller en sus mejores papeles de Tarzán, oiga!


¡Lo consiguió!


Después de ese final feliz con el rescate de la zapatilla, seguimos charlando un ratejo. Como esta gente es muy maja, no dudo en aceptar su oferta para compartir mesa, rematando así una bonita mañana montañera, charlando sobre escaladas, rutas y todos esas otras cosas que tanto placer nos reportan... sin necesidad de bajarnos los pantalones ;-)


2 comentarios:

  1. Muy buena esa ferrata crack!
    Nosotros estuvimos el año pasado, y la verdad que el puente da su cosita.
    Muy bien aprovechada esa escapada.
    Saludos

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  2. ¡Ey Jony, qué tal!
    La ferrata mola,sí. Pero como comento, lo veo como complemento de otra actividad (cosa nada difícil por aquella tierra fantástica), o como en mi caso, que te apetece hacer algo y no tienes con quién.
    Por nada del mundo lo cambiaría por un Midi d'Ossau, como tu última entrada...
    ¡Mucha mucha envidia sana!

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